Agradecimiento
Ante todo quiero agradecerte
las horas de inmensa felicidad
que me has proporcionado.
Cuando leas este mensaje
yo ya estaré lejos,
donde no puedas encontrarme,
si es que acaso me buscas.
Nos hacemos daño y es necesario terminar.
Sé que te dolerá este adiós,
pues estoy seguro de los sentimientos
que me profesas;
Pero en ningún momento pienses
que tu dolor puede ser
más grande que el mío
¡He llorado!...
Sí, he llorado ante el solo
pensamiento de la separación.
Y ahora que ha llegado el momento,
es tan grande el sufrimiento,
que mis sentimientos, ofuscados,
sorprendidos por la irremediable pérdida
no aciertan a ordenar el llanto,
y este me inunda las entrañas.
¿Por qué me voy?
Tú y yo lo sabemos,
y también sabíamos que tenía que suceder.
Quizá llegue a tu mente
la idea que tanto temo;
tal vez llegues a dudar
de la sinceridad de mis palabras;
y hasta llegues a pensar,
que sólo buscaba en ti
los fútiles placeres de tu entrega.
Pero si me amas como yo a ti...
pronto desecharás este absurdo pensamiento.
Casi siento tus lágrimas, una tras otra,
sobre este burdo trozo de papel,
en el cual he dejado parte
de esta alma mía
que siempre se atormentará
con tu recuerdo.
Adiós, cariño. Piensa en mí;
aunque sólo sea para despreciarme
por no haber tenido el valor
de interrumpir tu sueño,
pero una mirada, una palabra tuya,
hubieran bastado para detenerme.
Perdona, perdona también mi egoísmo
por repetir esta frase ahora
irónica y poco apropiada,
pero me es imposible contenerla,
¡Te quiero! te quiero con toda
la fuerza que tu amor le ha dado a mi alma.